Los Temerarios colman el estadio Carlos Iturralde

Con el concierto “Hasta siempre”, que arrancó suspiros de muchas mujeres, Los Temerarios celebraron a las mamás este viernes 10 de mayo, en el estadio Carlos Iturralde Rivero.

Qué mejor manera de consentir a mamá que con la presentación de esta agrupación grupera conocida por sus baladas románticas.

Largas filas de personas con sombrero y botas se formaron a temprana hora a las puertas del estadio. Mientras esperaban ansiosas el inicio del concierto, muchas compraron bebidas y antojitos, aplaudieron y chiflaron conforme se acercaba la hora.

Ni el calor les quitaba las sonrisas del rostro.

Cuando Los Temerarios aparecieron en el escenario fueron recibidos con ovaciones y gritos, aunque algunas asistentes se quedaron sin palabras, con la boca abierta, al verlos vestidos con saco negro brillante, camisa blanca y pantalones oscuros.

“Muy cordial bienvenida por parte de sus servidores, que son Los Temerarios. Qué precioso recibimiento, les agradecemos mucho, se siente el calor, y no del clima. Es muy bonito regresar con ustedes, amigos de Mérida, Yucatán, de la blanca Mérida. Gracias por estar aquí, es un enorme placer y vamos a tratar que estas canciones lleguen a lo más íntimo del corazón”, dijo Gustavo Ángel Alba.

“Hay personas que escucharon estas canciones en su adolescencia, vienen con el novio y con amigos, hijos también, qué bello, vamos a disfrutar cada una de las canciones”, añadió.

Canciones clásicas, como “Infame amor”, “Nunca me perdonaré”, “Camino de amor”, “Tu última canción”, “Te quiero”, “Cómo te recuerdo”, “Si tú te vas”, “Eres un sueño”, “Ahí estaré”, “Ven porque te necesito”, “Mi vida eres tú” y “Enamorado”, fueron algunas de las que interpretaron Adolfo y Gustavo.

Una noche mágica con un público que coreó a todo pulmón y con mucho sentimiento, viviendo al máximo el concierto.Quienes estaban en las gradas laterales pudieron observar a sus ídolos en las pantallas y escuchar sus voces en vivo. Quienes estaban más cerca del escenario, desde sus lugares se ponían de pie y sacaban sus teléfonos, primero para grabar y luego, con sus linternas, para seguir con luces el ritmo de la música.— VANESSA ARGÁEZ CASTILLA